LA HABITACIÓN DONDE SUCEDIÓ

La habitación donde sucedió son unas memorias explosivas, controvertidas y sorprendentes. En ellas, John Bolton, exconsejero de Seguridad Nacional y antiguo colaborador de los presidentes Ronald Reagan, Bush padre y Bush hijo, ofrece el relato más completo y sustancial de la Administración Trump que se haya publicado hasta la fecha, con el valor añadido de haber sido escrito por un funcionario de alto nivel que tuvo acceso casi diario a Donald Trump. Bolton, desde la perplejidad y el estupor que le producía su trabajo en la Casa Blanca, describe en estas páginas a un presidente adicto al caos, vanidoso, amoral, inculto y profundamente desconfiado, para el que la política exterior era como cerrar un negocio inmobiliario en el que, más que la diplomacia y las buenas formas, importaban las relaciones personales, la teatralidad televisiva y la promoción de sus propios intereses.En este apasionante relato, que refleja los conflictos y los egos de la política norteamericana con Trump al frente, tienen cabida todos los temas de máxima actualidad política de los últimos años: la crisis de Venezuela, las acciones erráticas y manipuladoras del líder norcoreano Kim Jong-un, los enfrentamientos que tuvieron lugar en las cumbres del G7, el belicismo calculado de Irán, la locura de invitar a los talibanes a Camp David, las mentiras de una China autoritaria o el escándalo de las escuchas que derivó en el impeachment al presidente. «Como si el proceso de destitución no fuera suficiente, también tuve que afrontar el reto que supone luchar contra un presidente decidido a evitar la publicación de un libro sobre mis experiencias en la Casa Blanca. Trump se comportó como siempre: ordenó confiscar y retener documentos personales y otros documentos sin clasificar de mis asesores, a pesar de las numerosas solicitudes de devolución; bloqueó mi cuenta de Twitter, y amenazó directamente con la censura. Por consiguiente, su reacción abarcó desde lo malintencionado hasta lo inconstitucional. ¿Mi reacción? ¿Mi respuesta? ¡Vamos allá!» (Del «Epílogo»)